Día 6
Uno de los problemas de tener 13 horas y media de una misma asignatura en una misma semana es que la variedad brilla por su ausencia. Y no lo digo porque la clase del Dr. Bilbao sea aburrida, es más, creo que es el único abogado capaz de hacer una clase de normativas, leyes y derecho de cuatro horas y media, divertida. ¿Alguien se imagina lo que es doscientos setenta minutos ininterrumpidos de legislaciones y denuncias? ¿Terrible no?
Pues, aunque parezca sorprendente, no. Es más, creo que es la clase que más rápido se me pasa. El ir viendo caso por caso, las meteduras de pata que hasta las compañías más gordas cometen continuamente, es, no solo enormemente entretenido, si no muy formativo. Si, además, como en este caso, quien te las muestra es un abogado experto en publicidad y, sobre todo, en hablar claro y llamar a las cosas por su nombre, la clase se torna imprescindible.
Por que a mí me gusta la gente que habla claro, que llama al pan, pan, y al vino, vino. Si los de Telefónica son unos listos y unos gilip(CENSURADO) y por ahorrarse dos duros la pringan bien pringada, eso solo puede describirse exactamente así. Y porque es la única forma de concienciar a un futuro profesional del sector de lo importante que son los contratos, las leyes y la jurídica, hasta para crear un anuncio.
¿Y porqué necesita saber de leyes un publicitario? Por lo siguiente: eres, pongamos, un profesional con responsabilidad (o no) dentro de una agencia de publicidad, alguien con una ocupación aparentemente alejada del Derecho. Surge una idea para una campaña, se diseña un anuncio mentalmente y se ejecuta, tu agencia rueda el anuncio, se lo entrega al anunciante y se lanza. Y entonces sale en televisión, radio o cualquier otro medio, y la ven millones de personas, potenciales consumidores. Hasta aquí todo perfecto.
Pero al poco tiempo llega al despacho del director de la empresa anunciante, nuestro cliente, una denuncia porque, al parecer, nuestro anuncio, nuestra obra, lo que nosotros le hemos vendido a esa empresa, atenta contra la dignidad de la mujer, o de los niños, o denigra a un producto de la competencia, o hace, que sé yo, apología del embutido (caso real, descrito en un post más abajo). En este momento el presidente de la empresa que nos ha contratado para llevar a cabo su campaña se acuerda de la familia de todos los empleados de nuestra agencia, y nos envía varios ejércitos de sicarios húngaros para explicarnos los motivos de su enfado, con terribles e imprevisibles consecuencias.
Todo esto se hubiera evitado si, de antemano, hubiéramos tenido una visión global de las leyes que pueden afectar a nuestra campaña, y hubiéramos previsto semejantes contratiempos. En la mayoría de los casos, un análisis previo de la campaña, el anuncio, el spot... que vamos a lanzar al mundo, con unos conocimientos básicos de lo que se puede y lo que no se puede hacer, nos habría evitado más de un disgusto.
Esto no quiere decir que evitemos siempre las demandas. En muchas ocasiones, compensa saltarse la ley, pagar la multa o entrar en un pleito, y aprovecharse del tirón mediático de todo el jaleo que arrastra. Pero siempre sabiendo de antemano lo que se hace. Porque si se tiene previsto un ataque legal, será más fácil defenderse y aprovecharnos de ello, mientras que si nos pillan con "el culo al aire", lo más probable es que nos quememos.
Son, por tanto, fundamentales, dos virtudes: una, la previsión, conocer los posibles ataques del enemigo y saber exactamente como contrarrestarlos, y dos, la apertura de miras, ser consciente de que cuanto más sepamos de todo, incluido de leyes, más variables tendremos bajo control y menos riesgos sin dominar.